martes, 14 de enero de 2014

Ecuador es un país y un estado de ánimo




ecuador.
(Del lat. aequātor, -ōris).
1. m. Astr. Círculo máximo que se considera en la esfera celeste, perpendicular al eje de la Tierra.
2. m. Geogr. Ecuador terrestre.
¶ ORTOGR. Escr. con may. inicial.
3. m. Geom. Paralelo de mayor radio en una superficie de revolución.
Ecuador galáctico.
1. m. Círculo máximo tomado en el medio de la galaxia llamada Vía Láctea.
Ecuador terrestre.
1. m. Geogr. Círculo máximo que equidista de los polos de la Tierra.
□ V.
altura del Ecuador
paso del Ecuador
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Se ven pocos ecuatorianos por aquí. Pocas ecuatorianas. Podría decir, sin miedo a equivocarme que no he visto ninguna ni ninguno desde que estamos en México. Es extraño porque en España se ven muchas y muchos. El cambio es grande. Y grande es la mierda que representa comenzar una historia de esta manera, pero no había más remedio.

Cuando se llega a la mitad de algo, se traspasa el ecuador. Se utiliza muy a menudo, no hay más que poner la televisión para ver cómo ese presentador que tanto detestamos, o la radio para oír cómo ese locutor deportivo (que tanto despreciamos), nos indican que hemos llegado al ecuador del programa o al ecuador del partido.




Nosotros hemos llegado, en teoría, al ecuador de nuestra estancia por aquí. No hemos llegado a hacer la mitad de las cosas que teníamos planeado desempeñar, pero hemos sobrepasado con creces el ecuador de los objetivos propuestos. En teoría todo está diseñado en forma de campana de Gauss y una vez que se llega al punto más alto, se empieza a descender. Estamos en ese punto. Pero no lo sentimos así, por mucho que el calendario, ese tirano implacable que nos amarga la vida desde que dejamos de ser niños y nos inculcan la variable tiempo para todo, nos lo indique. El descenso será más rápido de lo previsto, seguro, pero la tarea sigue siendo cada vez mayor y cada momento más intensa. Baste comprobar esta bitácora de experiencias o contenedor de residuos en forma de letras e imágenes que hacemos por aquí: Este blog tendrá más entradas una vez superado el ecuador que las que ha tenido antes de llegar a él. Sería largo y aburrido explicar con claridad por qué, pero baste con decir, y fíense de nosotros, que tenemos mucho material atrasado esperando salir a la luz y hay muchísimos temas e instantáneas que tenemos en la cabeza y que todavía no han aflorado aquí. Y lo harán. Probablemente hasta se cansen por ello.

Nosotros nos estamos cansando de sacar la basura a la calle. Alejandro me comentó un día aquello que se dice de que la gestión de residuos y el trato que se le da a los animales son los indicadores más claros del desarrollo de un país. En el Albergue se quema la basura. Las basuras en México las tratan y hay mucha diversidad al respecto. Como todo en este país. Pero en el Albergue y en las zonas colindantes las queman. “¿Y qué hacemos si no?” me dijo una voluntaria mexicana cuando pregunté al respecto. Es así y está asumido. 


Nosotros, a pesar de vivir a unos trescientos metros del albergue, tenemos otras opciones. Nos buscamos un vecino francés que nos indicó que pasaban a recogerla cada dos días por nuestra calle, dejábamos el cubo y tres pesos debajo de él. Lo recoge un señor al que no se le entiende nada. A las seis de la mañana. Un señor que pensamos que habla zapoteco, pero tampoco podríamos asegurarlo. Sólo sabemos que no le entendemos. Pero ya hace tiempo que instauramos el tema de dejarle la basura y los pesos bajo ella. Con el tiempo nos hemos dado cuenta de que no es una práctica demasiado habitual. Hace dos o tres días paseábamos rumbo al supermercado a eso de las seis de la mañana*. Para nuestro asombro, al igual que Ixtepec parece un cementerio vacío y oscuro a las diez de la noche, es un mundo asombrosamente vivo, despierto y luminoso a las seis de la mañana. Caminábamos tras el pequeño camión de la basura que llevaba un narcocorrido a tope motando un escándalo enorme del que llegamos a detectar frases como “me crucificaron y me apuntaron con los cuatro rifles” mientras los vecinos salían a su encuentro con bolsas y monedas en mano. La gente vive a esas horas, y las basuras son entregadas. Parece que lo de dejarlas en la puerta y seguir durmiendo es una cosa de gente cómoda o europeos (puede valer la redundancia).

Podríamos hablar de los animales para seguir el razonamiento, pero ya hay un post sobre los perros mexicanos. Sólo indicaremos que este no es precisamente el momento indicado para decir nada al respecto pues hace unos días una brigada de veterinarios voluntarios pasó por el albergue para esterilizar y cuidar toda la fauna del albergue, compuesta por un número incontable de perros y otro tanto de gatos, amén de cerdos, pavos y gallinas que no cuentan porque están en su corral sin interactuar con migrantes y demás habitantes del lugar.

Unas brigadas de acción voluntaria, de autodefensa ante la situación de emergencia del país, un movimiento muy interesante que está creciendo muy rápidamente en México. Quizás cosas como esta también sean indicadores de la salud de un país.



En el ecuador de nuestra estancia vuelven los trenes a venir repletos. Los dos últimos han superado las mil personas. Más de mil personas a lomos de La Bestia. No lo habíamos visto nunca. Es habitual que tras las navidades sea así. Pero para nosotros es nuevo. Como casi todo todavía aunque lleguemos al ecuador. Como es nuevo ver por segunda vez a gente que estuvo por aquí, siguió camino y por diversas razones (ninguna agradable) vuelve a pasar por el Albergue:

- ¡Español!
- ¿Qué haces por aquí otra vez?
- Pues...
- Me alegro de verte
(Aunque no debería porque es mala señal). ¿Todo bien?
- Bien, Gracias a Dios.


Dios parece el culpable de casi todas las cosas buenas que le pasa a la gente que anda por aquí.  Todo esto, con la muerte de Ariel Sharon por medio, ha pasado en torno al ecuador de nuestros días por aquí. Todo, como el Ecuador, parece más cálido y conlleva sudor, pero no es de ello lo que queríamos hablar hoy. Si has leído esto hasta el final probablemente pienses que no queríamos hablar de nada concreto, pero no es así. Os lo explicaremos en próximas entregas, pero eso ya, es otra historia...






* Nota del Editor: Ese horario, por si alguien lo estaba pensando, no responde a ninguna fiesta ni ninguna noche loca, sino a la salida del albergue tras la llegada de un tren tardío y tener que comprar huevos y tortillas para el desayuno, con la correspondiente imposibilidad o inconveniencia de tratar de dormir en ese escaso periodo de tiempo intermedio.


Nota aclaratoria: Michoacán está relativamente lejos de aquí. Lo decimos para la tranquilidad de familiares y gente que nos quiere. Aquí quitando zetas, mareros y demás gente de "bien", no hay mucho peligro. Bueno, están las diferentes policías, el ejército y la delincuencia común, pero vamos, que Michoacán está lejos...

Postdata: Esta historia se ha terminado de escribir en la bodega de ropa del albergue mientras se trata de contentar las necesidades de vestido de parte de las noventa personas que entraron anoche a las cuatro de la mañana. Son muchas, sí. No paramos de sorprendernos... Pero se explicarán cosas de lo escrito con ello. Esperamos.




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