Ayer
conocimos a una persona que le gustaba pensar que podía cambiar el
mundo. Esa persona llevaba un tiempo recaudando fondos y haciendo
campañas y acciones destinadas a mejorar las condiciones de vida de
los migrantes en tránsito por México. Una de tantas. Menos de las
que se necesitaría y más de las que hace un tiempo nosotros
pensábamos que habría. Esa persona vivía con pocas prioridades. Y
sin duda, la más importante era esa: Dedicar todo su esfuerzo y
dedicación a esta causa. ¿Nos podemos imaginar alguno de nosotros
teniendo una vida que gira en torno a esta causa casi exclusivamente?
Quizás le hemos dedicado un largo tiempo de nuestras vidas, pero la
realidad de mucha gente a la que hemos conocido por aquí nos hace
plantearnos muchas cosas. Al indicarle con mucho interés e humildad
que quería que me contara qué y cómo hacía todo en su vida, por
qué dedicaba todo a este tema, no supo qué responderme. No es un
caso aislado, pero tampoco es lo común. Defender algo sin esperar
nada a cambio. Hacer todo lo que está en tu mano y más, y no querer
si quiera que se hable de ti.
Hace
poco hemos conocido a un nigeriano que ha aparecido por el Albergue.
Un migrante, no un voluntario. Un nigeriano en tránsito por México.
Esos casos que te sorprenden y que no te acostumbras a ver porque te
parecen extrañísimos. Aparte de él, hemos visto a un bangleshí
(¿Se les llama así a los de Bangladesh?), varios haitianos, e
infinidad de cubanos. Procedencias que no son las habituales y que
rozan lo impensable en el camino que estamos. La historia del
nigeriano daría para escribir varias entradas aquí. Pero lo mejor
de él, o lo mejor con él, han sido las risas. Lo que nos ha hecho
reír sin proponérselo y lo que nos ha querido enseñar sin que
mostremos ningún interés (más bien al contrario): Uno de cada
cinco negros en el mundo es nigeriano. Esto es tan así como que lo
dice él. Igual que nos afirma sin ningún rubor que Franco era un
gran tipo. Así, sin anestesia. Franco hizo mucho bien por África y
por España. Llenó África de iglesias. Hizo mucho bien porque sin
Franco España ahora no sería un país católico. Y los católicos
son mejores personas que los demás. En todos los sitios hay buena y
mala gente, pero Franco era muy buena gente y consiguió que España
estuviera llena de mejores personas. Porque en España había mucho
malo. Probablemente los razonamientos son más largos y haya más
conclusiones, pero es lo único que acepté oír con una media
sonrisa mientras trataba de zafarme de un nigeriano fornido de casi
dos metros que trataba de contarme todo esto y más, en inglés, sin
entender que si yo tiraba hacia un lado mientras él me agarraba del
brazo y tiraba hacia otro, quizás quisiera decir que no me
interesaba demasiado. Momentos después de zafarme de él, y ya con
mi integridad mental (y física) a salvo, sopesé todas estas
reflexiones que tuvo a bien compartir para archivarlas en algún
sitio extraño y dejarlas por aquí no fuera a ser que mi nivel de
inglés no hubiera dado lo suficiente y lo que él quisiera decir es
que hay tanta la gente católica como de otras religiones o no
creyentes buenas, que la moneda de curso legal en Francia antes del
Euro era el Franco y que no debía sentirme intimidado por su
majestuosa e imponente presencia física (la del nigeriano, no la de
Franco, que si mal no tengo entendido era un señor bajito y más
bien poca cosa).
Quizás
sólo sean cosas de la difícil comunicación cuando los diversos
idiomas y acentos te hacen ver que a veces no es tan fácil. Como me
pasó con el bangladeseño (¿Se les llama así a los de Bangladesh?)
que hablaba un inglés infinitamente peor al mío (ya es decir) y se
comunicaba casi exclusivamente con alguno de nosotros y con dos
haitianos que sólo hablaban en francés. Por supuesto, con él
sabiendo tanto francés como yo serbocroata... Pero estaban las
sonrisas. Siempre están las sonrisas. Y la del bangladesano (¿Se
les llama así a los de Bangladesh?) era genial, como la de Apu el
del Badulake del los Simpsons, aunque se empeñara en convencerme de
que Apu era hindú y él era bangadesino (¿Se les llama así a los
de Bangladesh?). Una risa contagiosa, como la del nigeriano. Aunque
la del nigeriano era, como todo él, grandiosa e inmensa.
No
vamos pronto. Oficialmente nuestro proyecto ya ha terminado. Los
momentos de lágrimas están a la orden del día esta semana en la
que ya simplemente estamos recogiendo y atando los últimos flecos.
Pero llevamos mucho tiempo llorando. Más o menos literalmente. Te
puedes llegar a endurecer y casi insensibilizar con muchas cosas que
ves por aquí, pero después de más de un año, entre unas fases y
otras del proyecto, no hemos conseguido ser esas rocas frías que
pueden con todo lo que se encuentran sin que les afecte. Por eso
hemos desarrollado una gran capacidad de acumulación de bellos
momentos, de gestión de risas y bromas, de relativización de la
desgracia, empujados por los propios protagonistas de las mismas. Y
en este, el más que probable último relato de lo acaecido aquí en
Ixtepec, queremos primar esas risas, esos buenos momentos, por encima
de cualquier llanto que ya es imposible de eliminar de esta mirada
del adiós.
Nos
reímos mucho con los cubanos. Mucho. A pesar de que lo vienen
pasando fatal. Hay historias tremendas de balsas cubanas que tratan
de llegar a la península del Yucatán y con alguna racha de aire,
muy habitual en todos los casos, acaban en Colombia, Venezuela... Y
los más “afortunados” en Panamá o Nicaragua. Viajes con un
tiempo determinado que se convierten en odiseas de semanas sin comida
ni agua, con casos durísimos de algunas mujeres embarazadas hasta de
seis meses. Pero llegan ilusionados. Con la sonrisa y el buen ánimo
por delante. Algunos suben desde Ecuador. Es un país al que pueden
volar y creen que desde allí todo es sencillo. Pero les queda cruzar
toda Centroamérica. Y después, lo peor de todo: México. Aquí un
cubano es un premio gordo para las mafias y para los corruptos
agentes migratorios. Son retenidos en estaciones migratorias y
amenazados porque todo el mundo sabe que son un caso especial: Si
alguien de la isla llega a Estados Unidos, por aquello de las leyes
del gran hermano gringo, ya no tiene ningún problema, por lo que se
supone que tienen familiares y una importante red de apoyo ya
establecidas en suelo yanky. Y eso suele sugerir que tienen dinero o
que pueden ser ayudados con facilidad. La realidad es muy diferente.
Los cubanos sufren en el camino por todos lados. Las extorsiones por
parte de todos los agentes que actúan en este drama humano, los
chantajes cuando son recluidos en las estaciones migratorias y la
desconfianza y el recelo de demás migrantes porque no los consideran
de “los suyos” y temen que sean chivatos o actúen en su contra
por aquello de que su realidad es muy diferente. En los últimos
tiempos se suceden las llegadas al Albergue de grupos de cubanos.
Suelen ser rescatados de estaciones migratorias desde las que piden
auxilio por las vejaciones y extorsiones que allí sufren y ser
“adopados” y tutorizados haciéndose responsable de ellos ,se ha
convertido en una tarea más de las múltiples que tiene el Padre
Solalinde.
Ese
Padre que te hace reír a la menor oportunidad. Esa persona que a
pesar de vivir en permanente peligro, con dos federales a su
custodia, no para de correr y seguir yendo a todos los sitios donde
se le demande y pueda hacer algo bueno. Para rematar su puesta en la
picota y por si no tuviera suficientes enemigos y amenazas, ahora
trabaja en la Comisión de la Verdad para esclarecer crímenes
políticos cometidos en el Estado de Oaxaca que llevan mucho tiempo
ocultos y enterrados por falta de voluntad política y de interés, y
se ha convertido en una de las voces más críticas y uno de los
dedos acusadores más cualificados contra el gobierno mexicano en el
tema de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. 6 meses
ha pasado ya de ello y cuesta encontrar a alguien en México que no
esté plenamente convencida de que fue un crimen de estado. Pues este
hombre sonríe y hace sonreír. Explica por qué está metido de
lleno en la creación de una Asamblea Ciudadana Constituyente que
reformule y refunde este país, y nos quiere y apoya a todos y todas
porque, las y los que por aquí pasamos y hacemos algo en este
albergue, somos y actuamos, según sus palabras, como una secta punk.
Pero
una secta constructiva, de personas libres y comprometidas. No como
aquella de la que escapó un hondureño tras salir de la cárcel
perdido. A una cárcel que fue por cometer un error escapando de la
Mara Salvatrucha. Una cárcel con la que no se puede bromear nunca.
Con la cárcel no. Nunca. Aunque la relación habitual que tenemos
con él, como tiene él con casi todo el mundo, es bromear y reírnos
de cualquier cosa, constantemente. Sin ser capaces de intercambiar
más de dos o tres frases sin que aparezca un chiste o un albur que
nos haga reír.
Albures
continuos. Ha sido la forma de relacionarnos con muchos por aquí.
Inevitablemente. Como los de una salvadoreña que no para de pedirme
que la lleve a la playa a pasear desnudos, que la traiga a España o
que me case con ella sólo por los papeles. Pero sin sexo, sólo
casarnos por interés. Porque al rato ya no le interesa el sexo. Y
cada cierto momento encuentra algún candidato más oportuno.
“¿Sabes?, ya he decidido que ya no me quiero casar contigo. Ahora
tengo a otro.” Risas. Estridentes a veces. La oye todo el albergue.
Y la gran mayoría huye de ella. Es difícil de tratar porque también
tiene sus momentos agresivos, sus caídas en la tristeza, sus
comportamientos erráticos siempre paseando sobre sus pies descalzos
por muchos zapatos que se le hayan dado. Doné mi libro “El Párpadodel Puercoespín” a la biblioteca del Albergue la primera vez que
me fui. Ella lo destrozó hace poco. No le he hablado con ella ni
seguramente sepa qué libro era ni por qué. Lo hace con muchos
libros. Aunque esto sea anecdótico. En los últimos tiempos va a
mejor. Tras diagnosticarle esquizofrenia está trabajando con
psicólogos habitualmente y está más tranquila. Pero sigue haciendo
reír a muchos. A pesar que de una mujer como ella, que creció
teniendo que disparar con morteros a helicópteros en la guerra de El
Salvador, que tuvo que organizar guerrillas de mujeres y sobrevivir a
masacres y exterminios, matar y torturar, lo último que esperas es
que se ría o que te haga reír. Risas agridulces a menudo. Pero
risas si no lo piensas demasiado. Y una risa puede mover el mundo.
Como
el mundo de uno de mis mejores cuates aquí. Alguien que en la
intimidad que te da muchas horas de convivencia, me contó qué le
había llevado al Albergue y por qué para él era tan importante y
vital estar allí: Todo empezó con unas risas. Como casi todas las
bonitas historias. Conoció una chica. Otra salvadoreña. Intimaron
con rapidez y pasaron una noche eterna conversando alrededor de unas
botellas. Hace tiempo de ello. En otro lugar. Quizás la conversación
nocturna más larga e intensa que nunca tuvo. Como dos personas que
se encuentran y conectan en la noche de México DF o de cualquier
otra parte del mundo. Pero la conexión y la fascinación por ella se
convirtió en compromiso personal y en necesidad vital por hacer
algo. Este cuate escuchó con horror toda la historia de alguien que
salió de su país por la violencia. Que emprendió un camino pasando
por todo tipo de vejaciones. Una mujer que encontró el amor y que
creyó que todo el mundo cambiaba por fin para ella. Que ayudó a la
persona de la que se enamoró a cumplir el sueño de llegar a Estados
Unidos aunque al final la traicionara y volviera a encontrarse
perdida y en peligro. Que pasó por muchas terribles circunstancias
más hasta conseguir llegar, a petición de su amor, a Los Ángeles
(California), para allí recibir la estocada de gracia cuando éste
le volvió a traicionar denunciándola a inmigración cuando se
volvió a aprovechar de ella y la hizo volver a su lado, como a
tantas otras, para acabar deportada de nuevo de la peor de las
maneras. Esta historia que cambió la historia de mi cuate. Que
sintiera en ese momento que tenía que hacer algo y ese algo le trajo
aquí. Ahora es pieza fundamental en el Albergue. Su experiencia
catártica está sirviendo para que cambie la vida de muchas
personas. Porque de una noche de conversación y risas agridulces
surgió algo que está salvando algunas noches de terror de mucha
gente.
Nos
vamos. Nos queda la mirada del adiós. Pero en esa mirada esperamos,
sin ver, que todas las risas y llantos, hayan servido para cambiar un
poco, la vida de mucha gente que tanto nos hizo, hace, y nos hará
reír y llorar.
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