Esta
es quizás la historia menos historia que vamos a contar. Es posible
que no llegue a algun@s que queréis saber y os preocupáis por lo
que hacemos aquí en México. Probablemente no sirva de mucho pero es
necesaria. Porque es una de las historias más reales, que menos
tiene que ver con el Albergue, y que más tiene que ver con nosotros.
O quizás todo lo contrario.
Ya
ha pasado un año. Entre unas cosas y otras, alguna ida y venida,
otras llegadas y despedidas, más bienvenidas y partidas, llevamos un
año intentando hacer algo bueno por aquí. El mundo gira con
nosotros dentro pero, como ya hemos contado muchas veces, aquí las
cosas tienen otra velocidad. Ni mejor ni peor, sólo diferente. Hemos
cambiado mucho en este tiempo. Tanto los que iniciamos esto, pasando
por los que lo siguieron hasta los que ahora estamos para concluirlo,
donde ha habido algún que otro cambio de cromos, como los que
seguimos en el proceso que inevitablemente ya no somos los mismos
dentro de nosotros.
Alguien
dijo una vez que la mejor manera de ver cómo has crecido o cómo
evolucionas es mirar los cambios a tu alrededor. Como siempre, no sé
si esto lo dijo alguien importante o se me acaba de ocurrir y digo
que lo dijo alguien para que quede más solemne y tenga más
verosimilitud. En cualquier caso, hace un rato que acabamos de
recibir a l@s participantes de la X Caravana de Madres
Centroamericanas que siguen por México dando una lección de
dignidad y lucha buscando a sus desaparecid@s. El año pasado vivimos
y tuvimos el honor de estar cerca en el paso de la anterior caravana
por Ciudad Ixtepec, el Albergue “Hermanos en el Camino” y las
cárceles de Juchitán y Tehuantepec. Este año vuelven y entre los
miles de sentimientos que nos asaltan con tamaña experiencia, nos da
pie para hablar en esta historia (menos historia que nunca) del que
menos importancia tiene: Que ha pasado un año.
Hace
un año, sobrecogidos por la emoción de lo que vivimos con la
llegada de estas madres ejemplo de compromiso, lucha y dignidad,
escribimos algo por aquí al respecto:
Hace
un año. Éramos otros. En todos los sentidos, como ya hemos dicho
antes. Tan extraño todo, como esta historia que cuenta poco y que
está escrita en una primera persona del plural que es de vez en
cuando sustituida por la del singular. Hemos vivido alegrías y
penas. Hemos perdido amigos para siempre y nos hemos reconfortado con
los triunfos de otr@s que hemos vivido como propios. Hemos llorado de
rabia e impotencia por secuestros o palizas y nos hemos emocionado
como infantes recibiendo un regalo el Día de Reyes por momentos en
los que los sueños de otr@s se concretaban. Y eso es lo que queremos
contar. Sin entrar en detalles. Como todo ha cambiado para seguir
igual y como todo es diferente sin haber cambiado.
A
día de hoy vivimos un escenario que no contemplábamos hace apenas
dos meses. El Plan Frontera Sur puesto en marcha por este fallido
desgobierno mexicano con el auspicio de Estados Unidos ha hecho que
La Bestia no cabalgue llena de migrantes. El control y las
detenciones en el sur hace que la ruta migratoria esté patas arriba
y que la llegada de un tren que estremecía antes porque iba
acompañada de un millar de personas habitualmente a su llegada a
Ciudad Ixtepec se haya convertido para nosotros en algo indiferente
porque el tren viene vacío y ya no marca ningún ritmo en el día a
día del Albergue y de nuestras prioridades. Ahora l@s migrantes
toman otras rutas, andan, agarran combis, y eluden los peligros del
tren pero caen en la oscuridad de una ruta cada vez más incierta y
plagada de amenazas en forma de bandas criminales y fuerzas de
seguridad corruptas sin ningún tipo de control por sitios donde
antes no pasaba. Todo cambia para que las cosas sigan igual. O peor.
Pasa
el tiempo, un año ya, y nos reencontramos con mucha gente querida.
Mucha gente que, a ti que has leído cosas que escribimos por aquí,
te sonarán de alguna historia. Y si no te suenan, te animamos a que
las recuperes:
Armando
está en Ixtepec ahora mismo. Puntualmente. Hoy en día es uno de los
responsables de la Casa de Migrantes de Chauites. Una “sucursal”
del Albergue “Hermanos en el Camino” que se ha tenido que montar
debido al cambio de escenario por la nueva realidad de la migración
en México. En este año ha vivido de todo: Huelgas de hambre en
lucha por los derechos de sus compañeros y compañeras, ocupaciones
pacíficas de edificios de organismos públicos, marchas
reivindicativas... Ha pasado de ser ese chico que esperaba unos
papeles que deberían haberle dado en un mes y tardaron casi un año,
a ser uno de los luchadores más destacados por los derechos de los
migrantes en esta zona. Chauites es un lugar que antes no contaba
para nada porque el tren no tenía parada allí a convertirse en una
zona difícil, delicada y peligrosa, donde llegan gente en casi su
totalidad asaltada, donde sufren agresiones por cumplir con su labor
y donde hace un mes mataron a dos defensores de los Derechos Humanos
por la única razón de ser eso, defensores de los Derechos Humanos.
Armando, quizás la persona de la que más me costó contar su
historia y la que más ganas tenía él que la contara. Fue en Abril:
Ramón
está por el Albergue también. Duda si subir otra vez al Norte o
esperar que baje su mujer y sus hijos. Porque Ramón ha tenido otro
niño. Un hermanito, nacido hace cuatro meses en los Estados Unidos,
para Saray. Aquella que en Enero era la protagonista de un cuento que
a algun@ de vosotr@s emocionó e hizo llorar y que quizás nunca le
cuente su padre:
Y
por último hablaré de alguien con el que me comuniqué mucho
estando ya en España, que había subido al Norte y pasó un buen
tiempo en el DF. Alguien del que conté su historia pero no desvelé
su identidad por seguridad. Suya, evidentemente. Alguien siempre
aparentemente feliz, con las ideas claras, con planes vitales y
diatribas religiosas. Aquel que pasó de mostrarme sus dudas
existenciales a inundar mi facebook de alabanzas a un Diosito que
nunca le abandona. Esa persona que quizás me pude encontrar en una
de las mejores y más conocidas cantinas de Ciudad Ixtepec antes que
en el albergue. Porque ahora trabaja en ella. Y es un buen trabajo.
Duro pero bueno. Aunque ahora que pienso bien lo escrito, seguro que
nunca me lo hubiera encontrado en la cantina porque yo no voy a
cantinas. Me lo prohíbe mi religión. Una religión que profeso con
tantas dudas como las que siempre tuvo este personaje del que les
hablo y que se parece, sigue pareciéndose, a Craig Hodges.
Quizás
todo lo que hemos escrito en esta historia no conforme ninguna
historia ni ningún cuento del estilo de los que solían aparecer por
aquí. Probablemente haya quien piense que eso es porque ya no
tenemos mucho que contar o porque las historias se repiten o son
menos interesantes según pasa el tiempo. Realmente todo es al
contrario. Simplemente estamos cambiando. Como todo lo que nos rodea.
Cambiamos para seguir siendo los mismos mientras intentamos dejar de
ser los que éramos para que todo siga igual.
O
algo así.
Pero
eso, ya es otra historia...
No hay comentarios:
Publicar un comentario