martes, 2 de diciembre de 2014

Que nada cambie para que todo sea diferente o que todo sea igual para que todo cambie.




Esta es quizás la historia menos historia que vamos a contar. Es posible que no llegue a algun@s que queréis saber y os preocupáis por lo que hacemos aquí en México. Probablemente no sirva de mucho pero es necesaria. Porque es una de las historias más reales, que menos tiene que ver con el Albergue, y que más tiene que ver con nosotros. O quizás todo lo contrario.

Ya ha pasado un año. Entre unas cosas y otras, alguna ida y venida, otras llegadas y despedidas, más bienvenidas y partidas, llevamos un año intentando hacer algo bueno por aquí. El mundo gira con nosotros dentro pero, como ya hemos contado muchas veces, aquí las cosas tienen otra velocidad. Ni mejor ni peor, sólo diferente. Hemos cambiado mucho en este tiempo. Tanto los que iniciamos esto, pasando por los que lo siguieron hasta los que ahora estamos para concluirlo, donde ha habido algún que otro cambio de cromos, como los que seguimos en el proceso que inevitablemente ya no somos los mismos dentro de nosotros.



Alguien dijo una vez que la mejor manera de ver cómo has crecido o cómo evolucionas es mirar los cambios a tu alrededor. Como siempre, no sé si esto lo dijo alguien importante o se me acaba de ocurrir y digo que lo dijo alguien para que quede más solemne y tenga más verosimilitud. En cualquier caso, hace un rato que acabamos de recibir a l@s participantes de la X Caravana de Madres Centroamericanas que siguen por México dando una lección de dignidad y lucha buscando a sus desaparecid@s. El año pasado vivimos y tuvimos el honor de estar cerca en el paso de la anterior caravana por Ciudad Ixtepec, el Albergue “Hermanos en el Camino” y las cárceles de Juchitán y Tehuantepec. Este año vuelven y entre los miles de sentimientos que nos asaltan con tamaña experiencia, nos da pie para hablar en esta historia (menos historia que nunca) del que menos importancia tiene: Que ha pasado un año.

Hace un año, sobrecogidos por la emoción de lo que vivimos con la llegada de estas madres ejemplo de compromiso, lucha y dignidad, escribimos algo por aquí al respecto:



Hace un año. Éramos otros. En todos los sentidos, como ya hemos dicho antes. Tan extraño todo, como esta historia que cuenta poco y que está escrita en una primera persona del plural que es de vez en cuando sustituida por la del singular. Hemos vivido alegrías y penas. Hemos perdido amigos para siempre y nos hemos reconfortado con los triunfos de otr@s que hemos vivido como propios. Hemos llorado de rabia e impotencia por secuestros o palizas y nos hemos emocionado como infantes recibiendo un regalo el Día de Reyes por momentos en los que los sueños de otr@s se concretaban. Y eso es lo que queremos contar. Sin entrar en detalles. Como todo ha cambiado para seguir igual y como todo es diferente sin haber cambiado.

A día de hoy vivimos un escenario que no contemplábamos hace apenas dos meses. El Plan Frontera Sur puesto en marcha por este fallido desgobierno mexicano con el auspicio de Estados Unidos ha hecho que La Bestia no cabalgue llena de migrantes. El control y las detenciones en el sur hace que la ruta migratoria esté patas arriba y que la llegada de un tren que estremecía antes porque iba acompañada de un millar de personas habitualmente a su llegada a Ciudad Ixtepec se haya convertido para nosotros en algo indiferente porque el tren viene vacío y ya no marca ningún ritmo en el día a día del Albergue y de nuestras prioridades. Ahora l@s migrantes toman otras rutas, andan, agarran combis, y eluden los peligros del tren pero caen en la oscuridad de una ruta cada vez más incierta y plagada de amenazas en forma de bandas criminales y fuerzas de seguridad corruptas sin ningún tipo de control por sitios donde antes no pasaba. Todo cambia para que las cosas sigan igual. O peor.

Pasa el tiempo, un año ya, y nos reencontramos con mucha gente querida. Mucha gente que, a ti que has leído cosas que escribimos por aquí, te sonarán de alguna historia. Y si no te suenan, te animamos a que las recuperes:




Armando está en Ixtepec ahora mismo. Puntualmente. Hoy en día es uno de los responsables de la Casa de Migrantes de Chauites. Una “sucursal” del Albergue “Hermanos en el Camino” que se ha tenido que montar debido al cambio de escenario por la nueva realidad de la migración en México. En este año ha vivido de todo: Huelgas de hambre en lucha por los derechos de sus compañeros y compañeras, ocupaciones pacíficas de edificios de organismos públicos, marchas reivindicativas... Ha pasado de ser ese chico que esperaba unos papeles que deberían haberle dado en un mes y tardaron casi un año, a ser uno de los luchadores más destacados por los derechos de los migrantes en esta zona. Chauites es un lugar que antes no contaba para nada porque el tren no tenía parada allí a convertirse en una zona difícil, delicada y peligrosa, donde llegan gente en casi su totalidad asaltada, donde sufren agresiones por cumplir con su labor y donde hace un mes mataron a dos defensores de los Derechos Humanos por la única razón de ser eso, defensores de los Derechos Humanos. Armando, quizás la persona de la que más me costó contar su historia y la que más ganas tenía él que la contara. Fue en Abril:




Ramón está por el Albergue también. Duda si subir otra vez al Norte o esperar que baje su mujer y sus hijos. Porque Ramón ha tenido otro niño. Un hermanito, nacido hace cuatro meses en los Estados Unidos, para Saray. Aquella que en Enero era la protagonista de un cuento que a algun@ de vosotr@s emocionó e hizo llorar y que quizás nunca le cuente su padre:




Y por último hablaré de alguien con el que me comuniqué mucho estando ya en España, que había subido al Norte y pasó un buen tiempo en el DF. Alguien del que conté su historia pero no desvelé su identidad por seguridad. Suya, evidentemente. Alguien siempre aparentemente feliz, con las ideas claras, con planes vitales y diatribas religiosas. Aquel que pasó de mostrarme sus dudas existenciales a inundar mi facebook de alabanzas a un Diosito que nunca le abandona. Esa persona que quizás me pude encontrar en una de las mejores y más conocidas cantinas de Ciudad Ixtepec antes que en el albergue. Porque ahora trabaja en ella. Y es un buen trabajo. Duro pero bueno. Aunque ahora que pienso bien lo escrito, seguro que nunca me lo hubiera encontrado en la cantina porque yo no voy a cantinas. Me lo prohíbe mi religión. Una religión que profeso con tantas dudas como las que siempre tuvo este personaje del que les hablo y que se parece, sigue pareciéndose, a Craig Hodges.





Quizás todo lo que hemos escrito en esta historia no conforme ninguna historia ni ningún cuento del estilo de los que solían aparecer por aquí. Probablemente haya quien piense que eso es porque ya no tenemos mucho que contar o porque las historias se repiten o son menos interesantes según pasa el tiempo. Realmente todo es al contrario. Simplemente estamos cambiando. Como todo lo que nos rodea. Cambiamos para seguir siendo los mismos mientras intentamos dejar de ser los que éramos para que todo siga igual.

O algo así.

Pero eso, ya es otra historia...


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