lunes, 30 de diciembre de 2013

Nunca te fíes de un líder espiritual que no sepa bailar




"Nunca te fíes de un líder espiritual que no sepa bailar" 
(Mr. Miyagi)





Alejandro Solalinde sabe bailar. Al menos, lo parece. Sonríe a cara abierta y calzón quitado y eso hace que sepa o no sepa, lo parezca. Esto iba a ser un post con foto, con esa mágica imagen que captó Dani Ojalvo y que habla por sí misma. Esto no debería hablar del Padre Solalinde porque para hablar del Padre Solalinde tendremos que hacerlo larga y concienzudamente en alguna historia más adelante, pero era inevitable destacar la foto de hace algunos domingos en la que, como uno más, porque eso es lo aparenta ser, cree y casi te hace creerlo a ti, participó de los juegos y bailes que se desarrollaron en la mañana.

Alejandro Solalinde sabe bailar porque nunca te puedes fiar de un líder espiritual que no sepa bailar. He conocido bastantes líderes de poco espíritu y muchos más gurús de espíritus perdidos, pero el Padre Solalinde baila y baila porque es de fiar, y es un líder como pocos. Probablemente en unos años sabremos si estamos conviviendo con un hombre extraordinario o con algo incluso más importante. Pero es un líder espiritual como nunca hemos visto. Una persona que de tan humilde y normal, te impresiona con su enorme dimensión. 

Alguien que se comporta como si nada ocurriera cuando todo lo que pasa a su alrededor es extraordinario y que te hace pensar que eres más de lo que eres porque se acerca a ti, te abre su corazón para que tú le des el tuyo sin darte cuenta, hablando como si fueras algo más que un insignificante personaje que pasa por ahí a echarle una mano en lo que puedas. Alguien que consigue que no veas a dos guardaespaldas que van a su lado día y noche porque ilumina a su alrededor, debe de saber bailar mejor que nadie.

Alguien que  te hace sentir cómodo a su lado y te suelta una broma que te descoloca antes de que tú te plantees estar hablando con una autoridad a todos los niveles, sobre todo el moral, con la que quizás deberías hablar con más respeto, te demuestra que has estado malgastando respetos y cortesías con inmundicias “éticas” que no lo merecían. Sobre todo contigo mismo por las mañanas cuando te ves en el espejo.

Quizás no sea el momento de valorar la figura de un hombre que un buen día decidió jugarse el pellejo y recoger a migrantes bajo un árbol para acompañarlos, mimarlos, hacerles ver que juntos estarían más seguros, que valían más de lo que le estaban pidiendo para no perder su vida en pos de un sueño inalcanzable, donde, poco a poco, años después se ha ido construyendo un verdadero oasis en uno de los caminos más peligrosos del mundo. Quizás es una anécdota que sea un hombre que sonríe cada vez que oye nombrar al Papa Francisco porque lo considera una luz única y diferente en una jerarquía eclesiástica que él deplora en todos sus estamentos hasta el punto de ser conocido más por sus palabras altisonantes por hablar con quién sea, incluso la Revista Playboy, y reconocer sin ambages que es más hombre que nadie, aunque algunos lo veamos bailar y sepamos que podemos fiarnos de él como un auténtico líder espiritual.

Alejandro Solalinde sabe bailar. Es uno de los muchos motivos por los que te puedes fiar de él. Seas quién y cómo seas… 
A mis pruebas me remito.




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