martes, 17 de diciembre de 2013

Lección de vida: Caravana de las madres





Este fin de semana no ha sido como los demás. Sabemos que por mucho que lo intentemos, nunca podremos estar ni cerca de sentir lo que es ser un migrante que busca un sueño cruzando México. Estamos seguros de que hay muchas cosas que nunca llegaremos a comprender porque es imposible ponerse de manera completa en el papel de muchas centroamericanas y centroamericanos con los que convivimos a diario desde que llegamos aquí. Pero si todo eso ya nos parece algo lejano y difícil de aprehender, la llegada de la Caravana de las madres centoamericanas buscando a sus migrantes desaparecidos “Emeteria Martínez”, nos demuestra que no sabemos prácticamente nada.
 
 
Coraje.
Lucha.
Dignidad.
Memoria.
Grito.
Esperanza.
Rabia.
Denuncia.
Fuerza.
Vida.


 

 
 
Muchas palabras pueden usarse para hablar de lo que es esta caravana y lo que representa. El viernes, tras un periplo que comenzó el 2 de Diembre llegó al Albergue “Hermanos en el camino” de Ciudad Ixtepec esa caravana que se compone de madres, un hijo felizmente hallado, organizadores y colaboradores, y multitud de periodistas. Muchos periodistas.



 
 
La miradas tristes. Las sonrisas. La mezcla de la ilusión de tratar de conseguir algo con el terrible drama de la realidad que indica que las posibilidades son ínfimas. Los gritos de ánimo. La garganta clamando justicia y porfiando por ser escuchada aunque nadie parezca querer oír su voz. La caravana denuncia el “crimen autorizado” que se está imponiendo en México. El crimen organizado goza de tal impunidad y está tan extendido y legitimado que ha pasado a ser llamado por las madres, “crimen autorizado”.

 

 
 
Emeteria Martínez da nombre a la caravana de este año. Emeteria fue una luchadora que representa en su figura todo lo que las madres que componen la caravana son. Una madre que luchó por encontrar a su hija por más de veinte años y que la encontró cuando nada indicaba que pudiera llegar a hacerlo, en el año 2010. Murió el año pasado. En el recuerdo y en los carteles colgados en el pecho de los migrantes que reciben a la caravana, su cara y su nombre. Emeteria acompaña y guía, pero todas porfían y no desesperan en su búsqueda.



 
 
Son recibidas con las mejores de las sonrisas y el mayor del cariño el viernes a la noche en el Albergue.  Al día siguiente visitan las cárceles de Tehuantepec y Juchitán. Cárceles donde se pretende encontrar cualquier pista sino a alguno de sus familiares. La sensación que nos embarga al penetrar en los penales, tras superar los muros que “protegen” a la sociedad de los que deben pagar por sus faltas es de lo más desasosegante y turbadora. En Tehuantepec dicen sólo contar con 8 reclusos centroamericanos. Todo el que haya pasado por aquí sabe que eso es bastante improbable y que el número debe ser mucho mayor. En Juchitán hay más suerte y dejan a las madres interactuar “libremente” (palabra que deja una bonita paradoja dicha en el interior de una cárcel) con los reclusos, enseñando las fotos de sus familiares bus-cados, hablando con todo el que quiere hacerlo. Puede haber suerte. Parece que hay una pista fiable de uno de los buscados. A lo largo de la caravana han aparecido seis personas. Incluso un joven acompaña a su madre en la caravana tras reencontrarse después de casi diez años sin verse al inicio de la marcha de este año. El chaval habla a los presentes con la templanza del que ya ha tenido que dar más de cincuenta entrevistas y la sonrisa de recuperar el brillo de los ojos de una madre que no cejó en el empeño de encontrarlo, por mucho tiempo que hubiera pasado. En los nueve años que lleva la caminata las madres han logrado reencontrar unos doscientos migrantes centroamericanos, sin embargo, siguen siendo miles los que permanecen desaparecidos y son buscados por sus familiares. Ellas denuncian que sus hijos son extorsionados, robados, golpeados, violados, arrojados del tren, secuestrados y depositados en fosas clandestinas o comunes que definen como una "masacre". Además, denuncian que en sus lugares de origen existen familias que sufren desoladas por la búsqueda de sus familiares, cuya última comunicación provino de algún lugar de México. Con esta caravana, exigen al gobierno mexicano que investigue el paradero de sus familiares y a los responsables que les hayan hecho ese daño, sean funcionarios o no. Asimismo, exigen que se supriman las visas o que otorgue visas razonables accesibles a la gente pobre, y que se pueda transitar por México sin ser atracados o asesinados.


 
 
Hay ciertas cosas que te reconcilian con el mundo. Igual que hay crueldades humanas que te hacen dudar de tu especie y desees haber nacido perro o sanguijuela. Pero ver a estas madres no desfallecer en su lucha, a pesar de su precariedad económica, a pesar del pasar de los años que se aumenta con el dolor de la ausencia.


 
 
Deberíamos contar muchas más cosas. Tendríamos que querer más a nuestras madres. Necesitamos sonreír porque hay personas que lo pasan mal y no dejan de hacerlo y luchar con todas sus fuerzas. El mundo sería un poco mejor si todas y todos lo tuviéramos más claro.


 


 
¡Gracias madres!

 






No hay comentarios:

Publicar un comentario