"Y allí todo brilla,
y allí todo encaja bien.
En esta orilla
yo no hago pie"
y allí todo encaja bien.
En esta orilla
yo no hago pie"
Cantaban Los Enemigos en "La otra orilla"
sobre lo que significa ver a lo lejos un sitio donde todo brilla,
donde todo encaja bien. Cantaban a la otra orilla porque en esta no
se hace pie.
Anoche estuve hablando con un par de
migrantes que me preguntaban por la situación en el Estrecho de
Gibraltar, sobre la llegada de emigrantes por esa vía a España. No
supe bien qué contar. Nunca sé bien qué contar a personas que se
juegan la vida pensando que en la otra orilla todo brilla y encaja
bien porque soy de los que saben que el gran hermano gringo es
cualquier cosa menos luminoso, y sólo encaja bien lo que quieren que
encaje bien, que no suele estar destinado a sin papeles
centroamericanos. Pero no soy quién para valorar que el brillo y el
encaje que se ve a lo lejos sea provocado porque en su orilla no se
haga pie.
Como siempre que que tengo
problemas de comunicación y no puedo expresar algo porque no lo
tengo claro o porque no sé qué es lo que quiero o tengo que
transmitir, me decidí a contarles un cuento. Les prometí que sería
corto y que les iba a gustar mucho. Se hizo la noche y empezaron a
zumbar los zancudos a nuestro alrededor, pero se quedaron
aparentemente interesados en lo que les iba a contar. Comencé el
cuento:
"Érase una vez, en un
tiempo muy muy lejano, una niña muy feliz a la que querían mucho
sus papás y que sonreía todo el tiempo. La niña jugaba y reía a
todas horas, y me pueden creer si les digo que no podrían imaginar a
nadie con una sonrisa más bella que la suya.
Pero la mamá y el papá
de aquella niña tenían un gran problema cuando llegaba la noche.
Por más que se empeñaban, no conseguían que la niña no perdiera
la sonrisa antes de dormir. Intentaron todo lo que sus papás y abuelos
habían probado con ellos. Le cantaban, se acostaban a su lado, trataban de dormir en el
campo viendo las estrellas, jugando... Pero nada funcionaba. En
cuanto llegaba la noche, la niña perdía la sonrisa y la felicidad,
tenía miedo a dormir y no descansaba. Le contaron cuentos de todo
tipo, le narraron historias y representaron pequeños teatrillos...
Y
nada.
Pero una buena noche, sin
saber cómo ni por qué, ya desesperada y sin ganas de más, la mamá
le cantó una canción de cuna muy muy triste y la niña pareció
disfrutar, sonreír y se quedó dormida muy plácidamente. Ahí
vieron la solución. Comenzaron a cantarle y escribirle las canciones
de cuna más tristes y tenebrosas que se les podían ocurrir. Y
volvieron a ser felices toda la familia. No sólo por los
maravillosos días, también en las oscuras noches.
Tanto y tanto
disfrutaban con la situación que papá y mamá no podían hacer otra
cosa durante el día que pensar en nuevas canciones, en imaginar
tristes y terroríficas nanas. Tanto, que al papá lo tacharon de loco
porque decía que no podía hacer otra cosa que escribirle a la niña,
una canción de cuna tras otra. No podía escribir nada sin que
acabaran saliendo en ello arañas, serpientes o bichos que no tienen
cabida en una cuna normal, ni en la vida diaria. Le pidieron que
siguiera esforzándose, que no se olvidara de vivir sólo por la
sonrisa de su pequeña, que escribiera pensando en todos, que
viviera...
Pero ni siquiera así lo conseguía. Quizás por eso no lo
conseguía. Pero eso sólo lo empezó a saber más tarde..."
De repente miré a mi lado
y no había nadie. No pude terminar de contarles el cuento de la niña
feliz que necesitaba canciones de cuna tristes y tenebrosas para no
dejar de sonreír por las noches. El sonido de la Bestia, aunque
retrasado porque ya habían pasado las dos y media de la mañana
cuando se esperaba dos horas antes, cambió toda la vida del albergue
e hizo que me descubriera sólo con mis palabras en la boca sin nadie
a quién contárselas.
Probablemente se
aburrieron. Seguramente no podían dejar de pensar en la otra orilla,
por más que ver la voracidad del mar sea suficiente para que yo no
lo entienda.
Estoy convencido que lo
que a mí me pasa cuando hablo con ellos es que todavía no he
sentido que en esta orilla yo no hago pie.
Pero seguiré escuchando a
quienes tantas ganas tienen de hablar conmigo. Y seguiré contando,
porque quizás un buen día, cuando menos me lo espere, consiga
terminar mi cuento. Sea en la orilla que sea, porque los cuentos,
cuentos son...
"Cuando tú
quieras,
cuando tú quieras
parecen decir..."
cuando tú quieras
parecen decir..."
B.S.O.: "La otra orilla" (Los Enemigos)
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